..........Uno camina por la calle y puede dar de pleno con un cartel publicitario de dudoso gusto estético. Y si no hay gusto estético por parte del creador, poco goce del mismo puede haber por parte del receptor. Es entonces cuando uno observa la obra obnubilado y se dice a sí mismo: “hostia, qué cutre”. Esta es la cara B de la tecnología al alcance de todos, su reverso tenebroso. Otra prueba más de un axioma que siempre se cumple: todo yin tiene su yan.
..........Yo amo la autonomía artística. Amo el “hazlo tú mismo”, tanto como lo odio. Antes, generalmente, el que ahorraba dinero sacrificando otras cosas, para comprarse por ejemplo una cámara de fotos y dejarse miles de pesetas en carretes y revelados, era realmente un apasionado de la fotografía. Este comportamiento denota una obsesión por una disciplina, y esa obsesión lleva a una gran dedicación, y esa gran dedicación a resultados, como mínimo, aceptables.
..........Pero desde hace poco la era digital nos trae el “ah bueno, eso te lo hago yo con mi ordenador...”. Esta es una realidad que no puedes negar (bueno, menos si eres un cínico imbécil). La era digital nos trae un infinito surtido de mediocridad. Hay más cantidad de creaciones, y proporcionalmente, más porquería que filtrar, ¿no es maravilloso? Anda, di que sí.
.........Es bonito que toda la gente tenga a su alcance los medios para desarrollar buenas ideas con la tecnología adecuada. Unos lo consiguen. Otros lo intentan... Hasta que lo consiguen. Pero mientras, los demás lo “sufrimos”, porque con internet la invasión desde e-mails, blogs, myspace, etcétera está garantizada. Y es que hoy todo el mundo tiene una cámara , un ordenador, y todo el software necesario para hacer gala de innumerables disciplinas creativas. Pero también por eso el Photoshop y las librerías de sonido están haciendo tanto daño.
..........Y es que tener los medios no te convierte en una persona con talento. Aunque siempre puedes tirar del efectismo para (intentar) ocultar tus carencias, pero ten por seguro que tarde o temprano aparecerá alguien que rasque un poco en la superficie de tu trabajo y descubra el pastel. Como ejemplo, en muchas ocasiones, no siempre, pero sí en muchas ocasiones, detrás de las gafas más chulas, el peinado más guay, la pose más espléndida, o la guitarra más cara se esconde un tipo que hace una música cuya originalidad y autenticidad son más que dudosas. Claro que eso nunca se lo dirán sus amigos, ni las cuatro (o cuatrocientas mil) groupies que se lo quieren follar. Por eso uno, por mucho que le doren la píldora sus colegas, su pareja, o el peluquero de su barrio, tiene que hacer un autoanálisis sincero y decirse a sí mismo: “esto que hago, en comparación con lo que para mí es la genialidad, ¿en qué lugar queda?”.
..........Con la tecnología al alcance de todos, cualquiera puede hacer un diseño, un montaje de video, hacer y grabar música con una calidad de sonido más que aceptable, etcétera. Unos pocos hacen cosas muy buenas, pero muchos hacen cosas deleznables. Sí, hay un proceso de trabajo, tiempo dedicado, algo de sacrificio... Lo malo es que lo que cuenta es el resultado. Y una vez que alguien te abre los ojos a lo efímero de tu obra, y te cabreas, y refunfuñas, sólo te queda el “alivio” de pensar, replantear... Incluso de llorar, e irte al cuarto de baño para purificar tu rostro de las lágrimas y los mocos líquidos, mirar a ese tipo del espejo y decirle “eres un mediocre”. Éste. Éste es un paso importante para la evolución artística, muy importante; no renegar, sino cagarse en la obra de uno mismo, destruir para reconstruir. Y a partir de entonces todo será más bonito, al menos un poco. Porque cuando lo que has hecho es mediocre, efímero o cutre, cuentas con la gran ventaja suprema: “es imposible que lo próximo sea peor”. Porque la experiencia es el mejor profesor. Esto a mí, desgraciadamente, no me pasa con las mujeres.
..........Así que si tienes algo que transmitir artísticamente, te animo con mi más profundo deseo positivista de obtener un buen resultado. Pero si no es así, porque todas las buenas intenciones no siempre hacen que las cosas salgan bien, y te das cuenta un poco tarde, deja el orgullo a un lado, sonríe, y date en la cara una hostia con la mano abierta (¡si, yo también lo hice!), no muy fuerte, pero sí lo suficiente como para recordar en tu próximo intento que el anterior camino escogido no fue el adecuado. Por otra parte, me planteo que siempre te puedes agarrar a una frase aplastante y recurrente para derribar todos mis argumentos: “el libro de los gustos está en blanco”. Es entonces cuando decido que este artículo no tiene sentido.
Besitos.
David Spínola, Plásticonegro, es productor musical y Dj del grupo de hip-hop Punto Final.
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