Todos deberíamos amar sin contemplación hasta el más mínimo detalle que la vida nos ofrece. Hay quién lo sabe y lleva esta máxima por bandera en cada pequeña acción y en cada paso que da. Es el caso de Maude, la (casi) octogenaria con más vitalidad de la historia del cine. Alocada e imprevisible, capaz de llenar de energía cualquier estancia en donde ponga los pies, amante del vuelo de gaviotas y de la velocidad, del arte y de la vida en todas sus manifestaciones. Hay otras personas que, por el contrario, no ven sentido alguno al hecho de vivir. Es el caso de Harold, veinteañero atormentado, amigo de la muerte y aficionado a suicidarse una y otra vez, con el nihilismo propio de la juventud americana de los 70, alienado y aburrido, que no aspira a nada más que a dejar este mundo llamando la atención en el proceso lo máximo posible. Cuando ambos personajes se cruzan, surge la amistad más improbable que jamás pudieron imaginar y las puertas de ambos se abren de par en par para dejar pasar al otro a la intimidad de sus vidas interiores, con sus secretos y objetivos, con sus deseos y sus miedos, donde ambos conseguirán pasear de la mano por paisajes inolvidables que marcarán sus vidas para siempre.
Los polos opuestos se atraen irremediablemente. Es algo físico y fascinante, y da lugar a reacciones y encuentros tan explosivos como el que se cuenta en esta maravillosa película del no menos maravilloso director que fue
Hal Ashby. El hippie incomprendido del llamado
Nuevo Hollywood (que agrupa a gente como
Bogdanovich,
Coppola,
Scorsese,
Altman o
Friedkin) que encumbró a los directores como los máximos artífices del arte cinematográfico en los 70, reflejo de lo que años antes había ocurrido en Francia con la
Nouvelle Vague o en Italia con el
Neorrealismo. Genio del montaje, adorador del cannabis y místico, Ashby tiene en su haber una corta pero genial carrera que, injustamente, no tiene el lugar en la historia que se merece. Películas como
Bienvenido Mr. Chance,
El Regreso,
Shampoo,
El Último Deber o
Esta Tierra es mi Tierra, hacen de su filmografía una obra de culto total, en la que esta
Harold Y Maude de la que hablamos, corona de forma maravillosa una carrera marcada por la excentricidad sosegada de un amante del cine que solo quería que lo dejasen en paz y que, dentro de la sala de montaje, era capaz de crear magia de la nada. Sus últimos días, antes de morir de cancer, los pasó junto al mar rodeado de amigos, maltratado por los estudios que le quitaron sus últimos trabajos, resistiendose a abandonar este mundo en el que quería quedarse para seguir haciendo lo que más le gustaba, hacer películas.
Mención aparte merece la banda sonora, interpretada por un
Cat Stevens en su máximo esplendor, con un par de temas compuestos especialmente para la película y que se convierte, casi sin que nos demos cuenta, en el tercer protagonista de la historia.
LokoFanzine te deja indicado el camino que lleva hasta donde alguien ajeno a escondido la película en la red. LokoFanzine no se hace responsable del mal uso que pudieras hacer de ella, solo te aconseja que si te gusta, te compres el original y continúes con la filmografía del director. No te arrepentirás.
Harold Y Maude (Hal Ashby.1971).
2 comentarios:
miércoles, 1 de diciembre de 2010, 13:52:00 CET
Grandísima película. Muy revolucionaria y atrevida, y con un humor gamberro, pero a la vez inteligente.
Pero siempre me pregunto: ¿por qué se acerca Maud a Harold?
sábado, 11 de diciembre de 2010, 0:30:00 CET
Siempre pensé que solo con verlo, allí en el cementerio, lo reconoce como su igual, como su complemento perfecto. Las leyes de la física...
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